Por Rodrigo Sotelo / @masmedio
El fin de semana se desarrolló un acto partidista que generó reacciones políticas que no se veían desde el pasado proceso electoral.
Se trató de la asamblea estatal del PRI, en la que el sábado pasado se reunieron unas mil personas y que se espera sea la última que le toque organizar al dirigente Ernesto De Lucas Hopkins.
No hablaremos del renovado entusiasmo de El Pato, a quien le volvimos a escuchar esas frases alegóricas que le caracterizan (no estamos muertos ni andábamos de parranda); nos concentraremos en los mensajes, reacciones y variadas interpretaciones.
Ya lograr que cuando menos se vuelva a hablar del PRI, es una hazaña que no puede regateársele al diputado De Lucas.
De entrada, debe concluirse que ya no es Ernesto Gándara la figura que en este tipo de eventos atrae más reflectores y que causa más especulaciones.
La reaparición del Borrego Gándara no fue noticia, o fue relegada por el impacto de la asamblea y la asistencia del alcalde de Hermosillo.
Tampoco se extrañó la presencia de la ex gobernadora Claudia Pavlovich, ya situada en condición de indeseable hasta por sus iguales y, hasta hace unos meses, defensores y dependientes.
El gran mérito de Ernesto De Lucas fue haber reavivado en algo el ánimo priista, quizá con efecto más allá de su partido, en momentos de desorientación, derrotismo y hasta riñas internas.
Así lo demostró Antonio Astiazarán, quizá el político de la oposición que en este momento más expectativas despierta.
Por su asistencia, Toño Astiazarán recibió no pocas menciones y hasta exigencias de algunos desubicados que se atrevieron a pedirle que defina su identidad partidista.
El candidato a dirigente del PAN, Humberto Souza, se manifestó en desacuerdo por la presencia de Astiazarán en la asamblea priista, y consideró que no debe olvidar que Acción Nacional es el partido que le dio la oportunidad de encabezar la candidatura a la alcaldía de la capital.
Incluso, otros panistas como Luis Nieves aprovecharon para recordar que Toño Astiazarán fue respaldado por tres fuerzas políticas y que, ahora, el trabajo del alcalde sirve de referencia por su capacidad para sumar y dar resultados.
Lo que unos y otros no saben y no entienden, es que el alcalde Antonio Astiazarán es el vivo reflejo de esa identidad que ya no existe en el PAN y que se explica en la atención y depositada esperanza que tienen los panistas en alguien que “no los quiere y los usa de tapete…”.
Por eso se ha vuelto intrascendente la renovación de las dirigencias de los partidos antagonistas a Morena.
¿Se imaginan a Pascual Soto o a Robles Pompa reconviniendo a otro priista, exigiendo que se afilien los que se fueron o señalando malas prácticas en Acción Nacional? ¿De dónde alcances y con qué calidad moral?
Es como si el Conito García Morales, que se sirvió del PRI a manos llenas y luego lo traicionó en 2018, se asomara a cuestionar el Consejo Político de este mismo partido y le diera por hablar de congruencia…
La asamblea del PRI también deja una clara definición de quienes proyectan posibilidades electorales hacia 2024 y 27.
Y no es difícil concluir que al PRI solo le quedan Antonio Astiazarán y Ernesto De Lucas.
¿O quién del PAN, que se ha abierto como observador que acompaña esta realidad, puede ofrecer ese nivel y cuenta con la fuerza política y partidista para competir y producir simpatías?
Porque si al PRI le pueden quedar un par de alternativas que conviven más allá de identidades y militancias, ¿el PAN suplicará por otra Alianza y con otro externo?
Gracias y hasta la próxima con el favor de Dios.