La historia de la Virgen de Guadalupe se dio después de la llegada de los españoles al continente americano. El pueblo azteca, con las creencias propias de su cultura, se resistía a la evangelización que imponían por la fuerza los conquistadores. Fue entonces cuando en el cerro de Tepeyac, lugar en el cual los indígenas acostumbraban hacer los sacrificios, se le apareció al indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin, bajo la forma de una agradable señora con rasgos indígenas, túnicas de colores y que hablaba en su idioma.
La mañana del 12 de diciembre de 1531, como se lo había pedido su madre, el indígena subió al cerro del Tepeyac, pero antes de llegar se encontró a la Virgen, quien le dijo “sube al cerro y tráeme todas las flores que encuentres”. Las flores fueron recogidas por san Juan Diego en su ayate, instrumento para la recolección de cosechas, y cuando se las enseñó al obispo, la imagen de la Virgen de Guadalupe estaba impresa allí haciendo el tercer milagro el 12 de diciembre de 1531, fecha que cada año celebran los fieles.
El enigma del ayate de la Virgen de Guadalupe ha generado muchos debates, interpretaciones y cientos de millones de peregrinos, quienes no están dispuestos a discutir su fe. Éste 2019 se conmemora el aniversario 488 de la aparición de la Virgen de Guadalupe.
Se le venera porque se dice que sus milagros han traspasado fronteras. Sus fieles son de todos los estratos, edades, razas y continentes. Si la fama aplica para los símbolos de la iglesia católica, la Virgen de Guadalupe es la más famosa. Cada 12 de diciembre sus peregrinos engalanan la ciudad de México, mientras le rinden homenaje, piden ayuda y dan gracias por los favores recibidos.
La Virgen de Guadalupe o ‘La morenita del Tepeyac’ es la Santa Patrona de los mexicanos y la virgen más venerada de este país.
Desde hace siglos los mexicanos le cantan las mañanitas a la medianoche del día 12 de diciembre como muestra de su amor por ella.