por Arturo Soto Munguía
El Sexto Consejo Nacional de Morena abordó un tema trascendente en esta coyuntura: el de la unidad y el combate frontal a prácticas que amenazaban con desbordar la institucionalidad partidista y que podrían traducirse en la descomposición no solo del partido, sino del proyecto de nación que comenzó a construirse en 2018.
Hablamos del nepotismo, de las alianzas ‘non sanctas’ con el crimen organizado y el de cuello blanco; de los excesos de no pocos personajes que, mareados por la velocidad de vértigo con la que creció ese partido-movimiento que pasó de ser una Asociación Civil creada en 2012 a ganar la presidencia de la República en 2018, se subieron al tren de la ostentación del poder y la riqueza olvidándose del territorio donde el voto se consigue gastando suelas y tocando puertas. Hablamos del uso clientelar de los programas sociales y la lucha fratricida en la disputa por el poder y las candidaturas que se estaban (¿se estaban?) volviendo la regla y no la excepción en Morena.
El manotazo en la mesa vino de donde tenía que venir en un sistema político como el mexicano, donde el presidencialismo sigue primando. La presidenta Claudia Sheinbaum no estuvo presente en este encuentro celebrado ayer domingo, pero en un implacable mensaje epistolar trazó la ruta y acotó las ansias. Para hacerlo, tuvo en el presidente del Consejo Político Nacional, Alfonso Durazo Montaño la mejor representación para alcanzar la unanimidad en los acuerdos, que eso, la unanimidad es por sí misma la señal más contundente de que el presidencial mensaje sonó fuerte y llegó lejos: o se disciplinan y se apegan a los principios del movimiento, o quedan fuera.
O se aclimatan o se aclichingan, para decirlo coloquialmente.
Hay algunas ‘perlas’ en la carta de la presidenta que deberían mover a la reflexión a más de cuatro, pero sobre todo a la congruencia.
Cito: “No es de nuestro Movimiento viajar en aviones o helicópteros privados, o tener como anhelo portar ropa de marca, o tratar mal a las personas, o andar con guardaespaldas y un séquito de camionetas para ir de un lado a otro, o comer en restaurantes caros… Las y los legisladores no deben andar en congresos internacionales, usando recursos públicos para viajar al extranjero a hacer turismo político… Que nunca se permita el amiguismo, el influyentismo y nepotismo. Es indispensable que aun cuando en la Constitución se estableció que no puede haber candidatos en el periodo inmediato de familiares en ningún puesto de elección popular hasta el 2030, Morena lo incluya desde 2027… No podemos olvidar de dónde venimos, de lo contrario olvidaremos a donde vamos. No es llegar al poder por llegar, no es la ambición personal lo que debe guiarnos, sino el bienestar del pueblo…”.
El gobernador de Sonora en su papel de dirigente nacional, junto Luisa María Alcalde y Andrés López Beltrán jugaron un papel clave para conseguir la unanimidad de los acuerdos. Domar a las tribus de Morena, que andaban desbocadas no es cosa fácil. Sin duda la figura del gobernador salió fortalecida de este encuentro, y si nos atenemos a la lógica obradorista de que ‘amor con amor se paga’ tendrán que verse buenas cosas para el estado en los próximos meses.
Y de Alfonso Durazo, pues ya comenzaron a arreciar las versiones de que podría ser llamado al gabinete de Claudia Sheinbaum, y aunque él ha dicho que no tiene aspiraciones políticas, no significa que no tiene posibilidades.
Por cierto, estuvieron también en el presídium Gerardo Fernández Noroña y Sergi Gutiérrez Luna, presidentes de la cámara de Senadores y de Diputados, respectivamente. De Gutiérrez Luna pueden decirse muchas cosas, menos que carezca de habilidad política para escalar hasta las grandes ligas de la política nacional, convirtiéndose en una figura poderosa en el partido que gobierna México. Ojo ahí.